La Reina y yo

04.12.2013 12:35

Cuando empecé a escribir, solía ser para mí una forma de evadirme de la realidad, dejar volar mi imaginación y me liberaba de mi vida cuando me sentía atrapada. Por eso siempre creaba personajes con los que me sentía identificada. Con el paso del tiempo, empecé a encontrar en la escritura algo más que una vía de escape, se convirtió en mi pasión, me encantaba sentarme frente a mi máquina de escribir (y más tarde el ordenador) y dejarme llevar, pero seguía dejando una parte de mí en lo que escribía, ya no en los personajes, pero sí en sus relaciones o en su forma de ver el mundo.

La reina de las lobas fue diferente. Al principio, sólo era un personaje secundario que todo el mundo mencionaba como algo terrible, iba a ser la mala malísima de la historia y nada tenía que ver conmigo.

Cuando al fin apareció, el personaje me fascinó, me divertí mucho con ella porque me permitía ir más allá, hacer, decir y pensar lo que nunca haría, diría  o pensaría, porque estaba muy lejos de ser como yo, era todo lo contrario a mí, yo me sentía más identificada con Asleya, al menos en apariencia. La Reina de las lobas me dio la oportunidad de explorar en el alma de mis personajes, al igual que los actores confiesan que se divierten más interpretando a personajes malvados, yo me divertí dándole vida a la reina, una personaje egoísta, a menudo mezquino y sobre todo muy arrogante. Sin darme cuenta abrí una conexión muy especial y llegué a comprenderla, la reina empezó a cobrar más protagonismo y ese lado oscuro que todos tenemos y que está representado por ella no está tan lejos de nosotros, sin darme cuenta liberó una parte de mí que yo ni siquiera sabía que existía.

La Reina de las lobas no es sólo una historia que me fascinó y creo que eso se transmite a los lectores, representa una metáfora de la propia vida, de la propia alma de las personas. Es ese lado oscuro que nadie desea que salga a la luz, pero si indagamos más, si nos atrevemos a mirar más allá comprenderemos que forma parte de nosotros y que en realidad a veces, no está tan claro definir lo que está bien y lo que no.

Y vosotros, ¿ya conocéis a la reina de las lobas?